A pesar de todos los esfuerzos que se han hecho para disminuir la estacionalidad de la producción de las praderas perennes, la realidad es que las condiciones naturales siguen marcando sus características nutricionales.
A continuación, se presentan 3 gráficos publicados por el Consorcio Lechero en el libro “Suplementación de vacas lecheras a pastoreo” que muestran claramente lo que pasa. En resumen, en verano de un año seco o húmedo, la digestibilidad de la pradera disminuye desde diciembre-enero hasta abril-mayo lo cual se aprecia en la Figura 1, donde vemos como cae la energía metabolizable, especialmente en un año seco, a niveles que con praderas mixtas ni siquiera permiten que la vaca cubra sus requerimientos de mantención.
Por otro lado, vemos que pasa lo mismo con la proteína que nos aporta la pradera en el Figura 2.
El menor contenido de energía metabolizable y de proteína son compensados porque la planta comienza a entrar en fase reproductiva, en otras palabras, comienza a madurar, con aumento del contenido de fibra. En la figura 3 vemos como aumenta, desde noviembre incluso, el contenido de FDN a niveles que limitan el consumo de la vaca. Las vacas se llenan antes, el tránsito por el tracto digestivo es más lento, necesitan rumiar y eso que comen las nutre menos.
Dada esta realidad, en que el valor nutricional de la pradera disminuye progresivamente desde fines de primavera con un porcentaje no menor del rebaño en producción aún en mitad de su lactancia, es que no podemos quedarnos con los brazos cruzados y perder lo que queda de esas lactancias.
La primera consideración va en torno a cubrir la falta de proteína aumentando la suplementación con concentrados proteicos. Suplementar proteína implica formular dietas y considerar como se usa esa proteína en el rumen para que se sincronice con la energía que disponemos, ya sea de los forrajes y de los concentrados energéticos fermentables como los granos de cereales.
Dado que la fibra aumenta, deberíamos preferir usar maíz, triticale e incluso trigo y afrecho de soya, lupino y arveja que tienen bajo contenido de fibra a diferencia del afrecho de raps y de granos como cebada y avena. Importante considerar proteínas que estén disponibles a nivel ruminal, por lo que independiente de que hoy el costo no lo permite, no se usa harina de pescado que principalmente se usaría en el intestino de la vaca.
La urea usada como fertilizante que es incorporada en la dieta de vacas lecheras tiene limitada utilidad por su rapidísima hidrólisis. Eso quiere decir que, sin acción bacteriana, la urea se solubiliza en el líquido ruminal y se transforma en amonio rápidamente, el que, dado su riesgo de toxicidad, es excretado por la orina y aparece en leche aumentando el nivel de urea rápidamente, sin tener un beneficio productivo. Es más, el proceso de detoxificación tiene un costo energético que pasa por aumentar el metabolismo en el hígado, órgano que debemos cuidar porque es donde se producen los precursores de la leche.
Las bacterias del rumen, que son finalmente a las que alimentamos, sí tienen una necesidad de proteína soluble en el rumen. De este tipo de proteína, las bacterias necesitan pequeñas cantidades disponibles que generalmente la aporta la pradera y los forrajes conservados en cantidades suficientes, sin embargo, no sólo en verano podemos caer en deficiencia de ella. Pensemos que en primavera – verano cosechamos forrajes con baja proteína y en muchos casos, con baja proteína soluble. Esa información está disponible en los análisis de forrajes por NIRS que manejamos actualmente.
Considerando esta necesidad de proteína disponible en el rumen se han desarrollado ureas recubiertas que han logrado obtener un producto útil que aporta esa famosa proteína soluble y se llama “nitrógeno protegido de lenta liberación” (NPLL). Los primeros resultados de estas investigaciones se publicaron ya en el 2003. O sea, hay mucha investigación que permite usar adecuadamente esta tecnología y mejorar la eficiencia de uso de los forrajes.
Un meta análisis publicado en el año 2021 concluye que un promedio de inclusión de NPLL de 0,58% de la MS de la dieta puede reemplazar parte de la proteína de concentrados proteicos como afrecho de soya, resultando en una mejora en la eficiencia de la ración y del uso del nitrógeno. Es más, la suplementación con NPLL reduciría la huella de Carbono del alimento usado para producir leche.
La segunda preocupación es la menor digestibilidad por aumento de la fibra de la pradera. Si esperamos mejorar la digestibilidad de la dieta lo primero que debemos hacer es usar concentrados más digestibles, de menor contenido de FDN. Evitar el uso de afrechos y/o afrechillos que tienen alto FDN de menos digestibilidad como el afrechillo de trigo, afrechos de maravilla, afrecho de raps y granos con alto FDN por su cáscara lignificada como la de avena y cebada.
Además de mejorar la calidad del suplemento concentrado también podemos aumentar la cantidad de suplemento si el sistema lo permite en términos de gramos por litro de leche o costo por litro($/l); más aún cuando hay una gran cantidad de vacas en inicio de lactancia.
Finalmente, entre los aditivos que ayudan a mejorar tanto la digestión de la fibra como la del almidón y la proteína están los prebióticos, que son aquellos que actúan como substrato de la microbiota. A nivel ruminal, estimulan a la flora a multiplicarse, la alimentan y la potencian. Así se logró desarrollar uno con propiedad intelectual a través de un proceso de fermentación controlada del hongo Aspergillus Oryzae (AO).
Este prebiótico no sólo mejora la digestibilidad de los diferentes nutrientes (fibra, almidón, proteína) de la dieta, sino que también mejora la absorción intestinal de nutrientes como aminoácidos y microminerales. En algunas situaciones aumenta la producción de leche y en otras sólo el porcentaje de sólidos, sea cual sea, aumenta la productividad.
Un hallazgo interesante bajo nuestras condiciones es la mejor fermentabilidad y estabilidad del rumen por lo que la fluctuación del porcentaje de grasa disminuye (Figura 4), en términos más técnicos, el coeficiente de variación disminuye con el suplemento. En el caso del porcentaje de proteína se observó la tendencia al aumento cuando se suplementó con prebiótico AO (Figura 5) y también disminuyó la variación entre día y día. La presentación del porcentaje de Grasa y Proteína se hace sin prebiótico AO y con prebiótico AO (en barra pastel.
En la figura 4 observamos como en el área de barra de color pastel, además de un leve mayor promedio del porcentaje de Grasa, la dispersión o coeficiente de variación del mismo porcentaje fue menor. La variación del porcentaje de grasa parece un serrucho. En el Cuadro 1 se presentan los promedios y rangos del porcentaje de grasa en el período sin y con suplementación del prebiótico AO.
Es importante destacar como en el 2º período con suplementación con prebiótico, el promedio del porcentaje de proteína en leche fue similar al período previo sin suplementación, sin embargo, al observar la figura 5, se ve como al dejar de suplementarlo después de promediar 3,55%, el porcentaje de proteína en leche iba cayendo en picada para repuntar cuando se retomó la suplementación.
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