Collares para Monitorear Rumia y Nutrición
Cada vez nos encontramos con más productores que adoptan nuevas tecnologías para ser más eficientes en sus explotaciones agrícolas. Estas ayudan a mejorar muchos indicadores productivos, incluyendo la nutrición y la mano de obra, dado que apoyan la labor de nuestros colaboradores haciéndolos más eficientes en sus tareas. Entre esas tecnologías están los collares para monitorear rumia que, a su vez, nos entrega más información relevante para mejorar la gestión productiva y reproductiva del rebaño.
Se estima que en, entre los predios de cooperados de Colun hay más de 10.000 collares en más de 20 rebaños. Al hacer preguntas a los productores, para conocer que tanto lo usan, cuánto conocen su funcionalidad y quiénes los aprovechan bien sobran dedos de las manos. Incluso, existen casos de productores que implementaron la tecnología y no la usaron bien, no conocieron sus bondades, y, por lo tanto, la abandonaron.
En Israel desarrollaron este sistema de monitoreo de rumia instalando en collares un dispositivo electrónico con sensor de movimiento y de ruidos, que es capaz de diferenciar el movimiento que hace la mandíbula en la rumia del movimiento que hace la vaca al comer. La información es almacenada y cada vez que el animal se acerca a una antena del sistema, pasa a ser procesada por un programa computacional que nos presenta la información en diferentes tipos de pantallas y de diferentes formas. Así los datos los aprovechamos desde la individualidad y podemos hacernos un panorama de la actividad de todo el rebaño.
En el año 2019 se publicó una comparación del comportamiento animal medido con el collar versus la medición por observación visual durante 240 minutos al día. La correlación para rumia y descanso fue altísima, validando así la Universidad de Kentucky a través de este estudio la alta precisión de los collares para vacas estabuladas. En Europa los procesos de medición de salud han sido validados por la Universidad de Wageningen, Holanda.
Entonces, entendamos qué es la rumia. La podemos describir como el proceso en que la vaca regurgita o devuelve un bolo de alimento del rumen a la boca, donde lo mastica varias veces con un movimiento rítmico de la mandíbula similar al que hacen algunas personas cuando comen chicle.
El objetivo de la rumia es avanzar en la molienda de la fibra efectiva de la dieta para que llegue al resto del aparato digestivo un material blando. En este proceso la vaca produce hasta 150 litros al día de saliva que contiene bicarbonato de sodio, fundamental para tener un rumen sano, donde el pH del mismo se mantenga en niveles normales. Así, ante cambios accidentales o intencionales de la ración, los collares se transforman en un gran aliado para el nutricionista y para el manejo del rebaño.
De acuerdo a la literatura científica, una vaca sana en lactancia rumia entre el 32 y el 42% del día, vale decir, entre 460 y 600 minutos al día. En nuestros sistemas de vacas en pastoreo nos sentimos tranquilos cuando tenemos promedios entre 480 y 520 minutos por día.
En la figura 2 se puede apreciar la actividad de un rebaño durante un día.
En la figura 2 vemos que las vacas se ordeñan a las 4:00 y a las 16:00 horas. Podemos ver que el 50% de las vacas rumia entre las 19:30 horas hasta las 03:30 horas y luego durante el día los porcentajes de vacas rumiando varían (zona de color lila).
Este rebaño recibe concentrado en la sala de ordeña, lo que se aprecia en el peak de comida a las 4:00 (zona color verdosa), que no es tan marcado como el de las 15:00 a 18:00 horas, porque también comen lo poco que quedó del día anterior en el patio de alimentación. El mayor porcentaje de vacas comiendo corresponde a la llegada al patio de alimentación previo a la ordeña de la tarde donde las espera una fresca ración parcialmente mezclada (PMR).
En el caso de monitorear una vaca, como se aprecia en la figura 3, el sistema registra los movimientos del animal; por ejemplo, cuando hay mayor actividad y disminuye la rumia, es un indicador de que la vaca está en celo; en cambio, si la rumia baja junto con la actividad, quiere decir que la vaca se está enfermando o ya está enferma. Por lo tanto, no sólo es un indicador de celo y rumia, sino que también de su salud.
Fue así como, en algunos predios, llegaron a detectar tempranamente a las vacas enfermas, logrando que la mortalidad del rebaño esté por debajo del 1%. Otras alertas de rebaño pueden ser en respuesta al calor, caso en que podemos definir si realmente estamos frente a estrés calórico, según el porcentaje de vacas jadeando.
Al momento del parto la rumia baja sustancialmente, a menos de 250 minutos por día, así como ante los eventos que afecten la salud de la vaca. Después de una semana del parto, la vaca sana recupera su rumia normal. En la figura 3 se puede ver que la vaca está rumiando normalmente al cuarto día de parida. Durante el período seco la vaca rumia menos minutos al día que en lactancia.
La vaca 1139 nos muestra, en la línea de tiempo del eje inferior, el tiempo que destina a rumiar y a comer, desde el 6 de Diciembre 2023 al 3 de Enero del 2024 (color celeste). Es una vaca con 8 partos, con 148 días en leche (DEL) o sea, han pasado 148 días desde que parió, fue inseminada a los 91 días de parida y lleva 57 días desde esa inseminación. Su promedio ha sido 606 minutos por día, o sea, el 42% de su tiempo en este período lo ha destinado a rumiar. ¡Excelente!
Cristina, del Fundo Santa Laura en Crucero (figura 5), en la pantalla que tiene en la sala del estanque de leche, monitorea el promedio de rumia del día en un cuadro y, otro le muestra el promedio de la semana de todo su rebaño. Así, por ejemplo, si va al alza y sus vacas están comiendo pradera como base de su dieta, puede deducir que sus praderas están más fibrosas; o, por el contrario, si comienza a bajar rápidamente, puede que el rebaño esté quedando limitado en fibra efectiva.
Hellmut, del Fundo Los Robles en Trumao (figura 6), tiene la información en su celular, además de poder ser procesado en la oficina de la sala de ordeña.
Gemma, del Fundo Santa Gemma en Cocule (figura 7), comenzó a usar los collares para mejorar la detección de celos y hoy es una ayuda para monitorear los cambios que ocurren en la ración de acuerdo al potrero de donde se cosecha la ballica o alfalfa que es llevada al patio. El desempeño reproductivo mejoró sustancialmente. Si usamos como indicador la tasa de preñez, ésta puede llegar a duplicarse al usar adecuadamente la información. Otros han observado que el lapso interparto del rebaño ha disminuido en casi 1 mes.
Nicolás, del Fundo Chinchinco en Cocule (figura 8), tiene años de experiencia usando esta tecnología con la que ha ido viviendo las mejoras que se van haciendo a los sistemas y está dispuesto a compartir su experiencia con otros cooperados.
Esta tecnología nos permite entonces tener mediciones. Si se puede medir se puede analizar y, si se puede analizar, podemos ponernos metas para mejorar y, por ende, ser más eficientes. Esta tecnología sigue avanzando y ya hay aretes que pueden medir los mismos parámetros de los collares y además medir la temperatura corporal de la vaca.
A través de este artículo queremos invitarlos a conocer esta herramienta y, a los que la tienen y no la aprovechan al 100%, pedirles que se den el tiempo para conocerla, porque después no querrán tener vacas sin collar.
Tenga presente que los profesionales de Agroservicios estamos atentos para atender sus consultas.