En los últimos años, aún en condiciones normales de lluvia, el agua se ha convertido en un recurso natural escaso a causa de la mayor demanda originada por el aumento de la población, del desarrollo económico y social y el impacto dramático del cambio climático que cada día se hace más evidente. El caso de Chile, debido que la mayor parte de su clima es entre árido y semiárido, no se puede mantener una agricultura sin riego.

En este contexto, el riego se está convirtiendo en una necesidad a todo nivel productivo, cuando hace algunos años era impensable. En el sur de Chile es claro hoy que debido al recurrente déficit hídrico, hoy tenemos una panorámica compleja en cuanto a la sustentabilidad de este nicho productivo donde el agua directa o indirectamente es el principal apalancador productivo de las explotaciones: sin agua no hay leche.

LAS CUATRO TEMPORADAS ANTERIORES HAN SIDO LAS DE MAYOR SEQUÍA EN LOS ÚLTIMOS AÑOS

La falta de precipitaciones en la zona sur tiene en alerta a todos los productores agrícolas. Los meses de verano que se han mantenido sin lluvia han provocado pérdidas en algunos cultivos y falta de forraje para los animales, derivando en la disminución de las vacas en producción ya sea por la disminución de hembras en planteles o en no menos casos en cierres definitivos de lecherías.

Según la Dirección Meteorológica de Chile, enero 2015 fue clasificado como el mes más seco de los últimos 10 años. Osorno y Puerto Montt, totalizaron 1,8 mm y 9,6 mm de lluvia caída, establece el informe. Esto provocó un desbalance hídrico que generó pérdidas en dos sentidos: en primer lugar, se hizo imposible mantener rendimientos comerciales en praderas sin riego, provocando a veces incluso la perdida de éstas y consecuentemente, el aumento en la comprar de suplementos para suplir la menor oferta de materia seca de la castigada pradera sin riego. Esto, sin duda alguna incrementó dramáticamente los costos de operación en los campos lecheros y por ende disminuyó su rentabilidad.

PARA RENTABILIZAR EL CAMPO, HAY QUE TECNIFICAR EL RIEGO

Analizando desde la perspectiva técnico-económica, el riego tecnificado es la mejor manera de aumentar la productividad, ya que se ha demostrado que puede aumentar hasta un 50% (sobre la media) la producción de materia seca de la pradera. Esto se puede lograr de manera mucho más económica con sistemas de aspersión móvil diseñados e implementados con la máxima uniformidad y óptimo ahorro energético en la aplicación de agua. Este es el punto inicial para lograr estos resultados. En este específico caso, las inversiones totales no superan el 10% de lo que comparativamente podría ser una opción al riego (la compra de otro predio para producir forraje). Es de resaltar que las inversiones en sistemas de riego, son inversiones que se amortizan a los largo de muchos años y que en algunos casos puede ser subsidiadas entre un 50 a 70% por el Estado.

En los últimos años se han venido instalando equipos móviles de riego en campos de la zona sur. Estos han demostrado aumentos concretos en la producción, que sin embargo no se está alcanzando la productividad máxima posible, ya que en el mejor de los casos no superan el 75% de uniformidad de aplicación.

Es por esto que la empresa de origen neozelandés Shoof International Chile Limitada es ahora el representante exclusivo para Chile de IRRIPOD, línea líder neozelandesa de riego móvil que pertenece a la empresa HANSEN y al igual que IPLEX Pipelines, que juntos hacen el paquete integral neozelandés para el agricultor chileno.

PERO, ¿QUÉ ES EL SISTEMA IRRIPOD?

Consiste en un sistema de aspersión móvil, que destaca: La baja presión de operación, adaptabilidad y robustez, rentabilidad, baja tasa de aplicación y mínima mantención. Su diseño desmontable, ligero y de combinaciones múltiples le permite adaptarse a diferentes topografías y condiciones de operación.

Todo lo anterior permite que el costo de operación sea menor, tanto energéticamente como en mano de obra lo que permite aumentar notablemente la rentabilidad de la inversión.