En términos de disponibilidad/sustentabilidad de agua nuestro país ostenta una posición por sobre la media en relación a la realidad mundial, en concreto, cuenta con un nivel agregado de escorrentía estimado en 51.281 m3/año por persona, muy superior al promedio mundial de 6.600 m3/año-persona (MMA, 2021). Pese a ello, la ocurrencia de eventos climáticos con mayor frecuencia ha provocado una serie de impactos sobre los sistemas de vida y sustento de la población, desafiando las actividades económicas e instalando los conceptos de sequía y escasez hídrica ya discutidos en la edición N°60 de Agrocolun.
A esta revisión realizada en 2022, sólo resta actualizar que 2023 marcó una breve interrupción en la condición de sequía experimentada durante 14 años consecutivos, favorecido por la influencia del fenómeno de El Niño. Esto propició un aumento de las precipitaciones, apoyando a la recuperación parcial de cuerpos de agua mediante un superávit acumulado que, en la Región de Los Ríos, alcanzó un 4% para el año calendario (Figura 1). La retirada de El Niño e ingreso de La Niña en 2024, sin embargo, plantean un escenario de menores acumulaciones anuales de lluvia (CR2, 2024 b), relacionándose directamente con una preocupante reflexión propuesta por el Centro de Ciencia del Clima y la Resiliencia de la Universidad de Chile (CR2, 2018):
“A medida que avanza el Siglo XXI la definición de sequía, como una condición transitoria pierde sentido ya que existirá una disminución sustancial y permanente de la precipitación anual. Así, la condición media en el futuro podría ser similar a la observada durante la actual mega sequía”.
Gestionar los recursos hídricos en las condiciones de sequía que afectan a Chile, establecen la necesidad de comprender la complejidad de la medición del agua más allá de las precipitaciones o el nivel de los embalses, por medio de conceptos que permitan ampliar el análisis y considerar las sinergias existentes en torno al ciclo hidrológico. Planteo entonces iniciar este énfasis con cuenca, brecha hídrica y riesgo hídrico.
De acuerdo al Código de Aguas, una cuenca hidrográfica comprende todo el territorio formado por los afluentes, quebradas, esteros, lagos y lagunas que afluyen a ella, ya sea de forma continua o discontinua, superficial o subterránea. Sus límites se identifican por la línea de cumbres, marcando la división entre dos cuencas (Figura 2), y delimitan espacios en donde se desarrollan las actividades humanas en base al suministro hídrico. En Chile se han identificado 101 cuencas hidrográficas, cada una con sus condiciones y características propias, y dada la interacción sistémica que se genera en ellas entre los distintos usos de agua, se proponen como las principales unidades de gestión para una planificación integral de los recursos hídricos (Baeza, 2020a). En esto último radica la relevancia de conocer el estado de las cuencas y en especial de los elementos que la conforman, entre ellos, los cuerpos superficiales como ríos o lagos, pero también el de las aguas subterráneas que a través de los acuíferos proveen parte importante del agua para consumo doméstico, riego y la industria (Baeza, 2020b).
Por su parte, por brecha hídrica se entiende a la relación entre la demanda potencial y la disponibilidad de agua en las fuentes de abastecimiento del sistema y por ello, permite evaluar la forma en que se planifican los usos del recurso tanto en el país como a nivel de área hidrográfica, región o municipio, por ejemplo. La demanda de agua se refiere en síntesis al consumo hídrico, es decir, el volumen total de agua dulce que se extrae y que no retorna al mismo ambiente (cuenca); mientras que la oferta corresponde al volumen de agua disponible luego de descontar la cantidad que los ecosistemas requieren para su debida funcionalidad, también conocido como caudal ecológico (Rivera et al., 2004).
La relación de ambos parámetros se define como una relación porcentual, esto es, qué nivel de presión ejercen las actividades que se desarrollan con respecto a la oferta de agua en el entorno; siendo este indicador el índice de estrés hídrico. Los resultados se evalúan utilizando una matriz con categorías de estrés, como la desarrollada por las Naciones Unidas (Cuadro 1), favoreciendo la priorización de esfuerzos y el enfoque de las acciones para mitigar los impactos. La Figura 3 presenta los niveles de brecha hídrica por medio del índice de estrés para las regiones de la zona centrosur, donde se observa una presión alta e incluso extremadamente alta para las regiones del Maule, Ñuble y Biobío, valores moderados para gran parte de La Araucanía, y valores bajos para las regiones de Los Ríos y Los Lagos; situación que se agravará particularmente al norte de Temuco según proyecta el modelo del Instituto de Recursos Mundiales (WRI).
Riesgo hídrico, por último, se refiere a la posibilidad potencial que se desarrolle un efecto negativo derivado de la cantidad y/o calidad de agua que se encuentra disponible para ser utilizada, y por ende se relaciona directamente con que se materialicen las amenazas que pueden afectar dicha disponibilidad. Los efectos reseñados en este caso comprenden los impactos evidenciables a través de la escasez física en sus distintas dimensiones: sequía meteorológica (déficit de precipitaciones), sequía agrícola (déficit de humedad en el suelo), sequía hidrológica (descenso del nivel de cuerpos de agua) y por último, escasez de calidad por medio de la contaminación de las aguas (Oppliger et al., 2019). Sin embargo, no debe reducirse únicamente a la falta del recurso, sino también a su posible exceso, por ejemplo, a través de inundaciones, aluviones o tsunamis.
Dos parámetros que inciden directamente en la cuantía del riesgo son las precipitaciones y las temperaturas. Para el primero de ellos, la condición de sequía meteorológica se refleja en la tendencia a la baja de la precipitación anual para el centro-sur del país, implicando esto una reducción de la infiltración de agua y una menor recarga de las aguas subterráneas. En el segundo caso, la tendencia al alza en las temperaturas medias favorece el incremento de la evapotranspiración potencial, impactando el balance hídrico en los suelos y subsuelos y con ello la posibilidad de sequía agrícola. Estos y otros aspectos fundamentan la distribución del riesgo hídrico estimado para la zona centro-sur, según se presentan en la figura 4.
Una vía para integrar estos conceptos en la gestión del agua se centra en la aplicación de indicadores que favorezcan la planificación y seguimiento de objetivos cuantificables, por ejemplo, a través de la huella hídrica y huella de agua.
La huella hídrica corresponde a la metodología de Water Footprint Network que estima el volumen de agua dulce necesario para producir un bien, teniendo en cuenta los volúmenes de agua consumida y contaminada en las diferentes etapas de la cadena de valor.
La huella de agua, por su parte, corresponde a una metodología establecida en el estándar ISO14046 y se refiere a una serie de métricas que cuantifican y caracterizan los potenciales impactos en los ecosistemas y en la salud humana, relacionados con los usos directos e indirectos de agua y, por lo tanto, va más allá de los volúmenes de agua basándose en el análisis de ciclo de vida. La evaluación de impacto que propone la huella de agua permite, por ejemplo, abordar los efectos relativos a la brecha hídrica, a la vez que se analizan los impactos por degradación del recurso, favoreciendo así la comprensión de variables asociadas al riesgo hídrico (FCH, 2016).
Colun ha incorporado la evaluación de la huella de agua en sus procedimientos de análisis de su desempeño ambiental, obteniendo la certificación en 2022 por el Acuerdo de Producción Limpia “Certificado Azul” luego de implementar la metodología en los procesos de las áreas verdes con riego tecnificado y bodegas de residuos sólidos de Planta Verde Los Tambores. De la misma forma, se ha ampliado la aplicación del estándar a la cadena logística por medio de la adhesión del Centro de Distribución El Belloto a una nueva versión del acuerdo en 2023.
La promoción y aplicación de estos conceptos y el desarrollo de medidas que apunten a un uso eficiente y estratégico del recurso hídrico, son vías complementarias capaces de favorecer la adecuada administración del agua, por medio de un enfoque integral y que incluya la debida comprensión de los efectos. Así, por ejemplo, se está evaluando la huella de agua para cuantificar los beneficios derivados de la implementación de un sistema de riego que utiliza una fracción de aguas tratadas provenientes de la planta de tratamiento de RILes, proyecto que cuenta con Resolución de Calificación Ambiental favorable y que busca la preservación del agua subterránea en el Sitio Industrial Los Tambores.
Referencias
Baeza, E. (2020a). Experiencia chilena y extranjera sobre gestión hídrica, su institucionalidad y soporte regulatorio. Asesoría técnica elaborada para la Comisión de Recursos Hídricos del Senado. Disponible en: https://obtienearchivo.bcn.cl/ obtienearchivo?id=repositorio/10221/29460/1/ Informe_Gestion_e_institucionalidad_RH.pdf (Revisado 18/04/24).
Baeza, E. (2020b). Importancia de las aguas subterráneas y experiencias chilena y extranjera sobre su gestión. Asesoría técnica elaborada para la Comisión de Recursos Hídricos del Senado. Disponible en: https://obtienearchivo.bcn.cl/obtienearchivo?id=repositorio/10221/28611/1/Informe_Gestion_Aguas_Subterraneas.pdf (Revisado 18/04/24).
Centro de Ciencia del Clima y la Resiliencia (CR2). (2018). Infografía de la megasequía. Disponible en: https://www.cr2.cl/wp-content/uploads/2018/06/ infografia_megasequia.pdf (Revisado 18/04/24).
Centro de Ciencia del Clima y la Resiliencia (CR2). (2024a). Retirada de El Niño e ingreso de La Niña marcarán este 2024. Disponible en: https://www.cr2. cl/retirada-de-el-nino-e-ingreso-de-la-nina-marcaraneste- 2024-el-mostrador/ (Revisado 18/04/24).
Centro de Ciencia del Clima y la Resiliencia (CR2). (2024b). Plataforma de sequías y seguridad hídrica en Chile. Disponible en: https://anidsequias.meteodata.cl/ (Revisado 18/04/24).
Dirección Meteorológica de Chile. (2022). Reporte anual de la evolución del clima en Chile. Disponible en: https://cambioclimatico.mma.gob.cl/wp-content/ uploads/2023/05/reporteEvolucionClima2022.pdf (Revisado 18/04/24).
Fundación Chile (FCH). (2016). Manual de aplicación para evaluación de huella de agua acorde a la norma ISO14046. Disponible en https://escenarioshidricos.cl/publicaciones/ (Revisado 17/04/24).