La biodiversidad hace referencia a la variedad y diversidad de seres vivos que componen un ecosistema, considerando tres niveles: genético (variación de genes en una población y entre poblaciones), taxonómico (cantidad de especies e individuos de cada una de estas) y ecológico (compuesto por los diferentes ecosistemas que conforman la tierra, y poseen un flujo característico de energía y materia entre ecosistemas) ;(Fudeso, 2018). Este concepto abarca todas las formas de vida de la tierra, incluyendo desde las bacterias microscópicas a grandes animales, pasando por plantas, hongos, microorganismos, la diversidad genética en sí, hasta ecosistemas completos tales como selvas, bosques, desiertos, mares, humedales, lagos, otros (Fudeso, 2018).
Gracias a la biodiversidad existe el ser humano y todas las otras especies del mundo, es de suma importancia contar con variedad y variabilidad en nuestros ecosistemas, con el fin de poder ir adaptándonos y ser resilientes frente a perturbaciones y cambios que puedan afectar la tierra. Un claro ejemplo de esto es el Cambio Climático (CC). Ante eventos que puedan afectar a un determinado ecosistema, no todo el ecosistema se ve afectado, ya que al ser variados, algunas especies se ven afectadas y otras resultan ser más resistentes, manteniendo a pesar de adversidades, ecosistemas completos en pie.
A pesar de la abundante biodiversidad con la que cuenta nuestro planeta, es importante destacar que además de que eventos naturales puedan afectar de manera negativa algunos ecosistemas, no podemos dejar fuera al ser humano de la problemática actual de degradación y reducción de biodiversidad por efecto antrópico.
ESTADO DE LA BIODIVERSIDAD
Actualmente la deforestación amenaza fuertemente la biodiversidad biológica, donde América Latina y el Caribe poseen la segunda tasa más alta de deforestación a nivel mundial, poniendo en riesgo la preservación y conservación de especies y recursos naturales, responsables de mantener la seguridad alimentaria internacional. De acuerdo a la UNESCO, esta región cuenta con ecosistemas de importancia mundial, así como también el área de mayor diversidad biológica del mundo (Fudeso, 2018).
De acuerdo a estudios recientes, la deforestación corresponde la segunda causa del cambio climático después de la quema de combustibles fósiles, representando alrededor del 20% de todas las emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI) mundiales, correspondiendo a lo que equivalen las emisiones de todo el sector de transportes del planeta (FAO, 2018).
Una investigación realizada el año 2016 por profesionales de la Universidad de la Frontera y Universidad Austral, identificaron que, aunque las tasas más altas de deforestación de la selva valdiviana ocurrieron entre 1970 y 1990, los bosques continuaron siendo talados y degradados a una tasa elevada durante los últimos 20 años. Desde el 2000, nuestro país ha perdido en promedio 30.000 hectáreas de bosque nativo al año. Casi un tercio de las pérdidas de bosque, se ha producido sólo en la región de la Araucanía. Expertos del estudio hacen referencia a que, si se continúa con aquella tasa de avance en temas de deforestación, los territorios sin algún instrumento de conservación terminarán prácticamente deforestadas por completo (Langman, 2018). Mientras más dañado y degradado esté un ecosistema, sin importar de qué tipo sea, menos biodiversidad tendrá, será más frágil y terminará por perderse.
¿CÓMO FORTALECER LA BIODIVERSIDAD EN NUESTRO ENTORNO?
Chile ha adoptado importantes compromisos internacionales que aportan a la protección de la biodiversidad y los servicios ecosistémicos que esta nos provee. En el año 1994 Chile ratificó el Convenio sobre Diversidad Biológica, comprometiéndose a tomar acciones para la conservación y uso sustentable de la biodiversidad (MMA, 2015).
El Convenio sobre Diversidad Biológica, en el año 2010 solicitó que los países actualizaran sus respectivas Estrategias Nacionales de Biodiversidad (ENB) de acuerdo al “Plan Estratégico para la Diversidad Biológica 2011-2020 y Metas de Aichi”. El plan contiene 20 metas, conocidas como Metas de Aichi, que buscan detener la pérdida de diversidad biológica a nivel global y enfrentarlo a través de las acciones de políticas públicas y privadas. La versión más actual de este documento en Chile corresponde a la Estrategia Nacional de Biodiversidad (2017-2030; MMA, 2015).
Adicionalmente la OCDE, en sus Perspectivas Ambientales al 2050, plasmó la necesidad de fortalecer políticas públicas e instrumentos para abordar de mejor manera las presiones directas sobre biodiversidad, a través de la promoción del uso sustentable, la inserción de los objetivos de biodiversidad en las políticas y planes intersectoriales, y la protección y restauración de ecosistemas y hábitats, entre otros aspectos. El nuevo pacto social-global que da origen a la “Agenda de Desarrollo Sostenible al 2030” de Naciones Unidas planteó 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible, también conocidos como ODS, que buscan enfrentar los problemas sociales, económicos y ambientales que aquejan a los países y al planeta. De acuerdo a lo que plasman estos objetivos, se deja en evidencia que no es posible superar la pobreza, hambre y desigualdad si no nos preocupamos también de la protección y uso sostenible de la biodiversidad y los recursos naturales (MMA, 2015).
La actualización en el tiempo de la Estrategia Nacional de Biodiversidad es un elemento clave para coordinar esfuerzos y avanzar de manera efectiva entre objetivos globales y nacionales, apuntando a la protección de la biodiversidad, la equidad y el bienestar social.
Es así como, uno de los principales desafíos del país en temas de biodiversidad, es completar y consolidar la institucionalidad ambiental vigente, a través de la creación del Servicio de Biodiversidad y Áreas Protegidas (SBAP) y del Sistema Nacional de Áreas Protegidas (SNAP), en tramitación legislativa, puesto que en la actualidad las áreas protegidas se encuentran dispersas en 5 ministerios distintos (Agricultura, Economía, Cultura, Bienes Nacionales y Medio Ambiente; MMA, 2021).
BIODIVERSIDAD EN CHILE
La biodiversidad de nuestro país constituye un patrimonio natural único e irrepetible en el mundo. Lo anterior se debe principalmente a las grandes barreras geográficas y climáticas que tiene el territorio, permitiendo el desarrollo de ecosistemas únicos que acogen especies que se han desarrollado en forma aislada del resto del continente durante miles de años. Chile cuenta con aproximadamente 31.000 especies, entre plantas, animales, algas, hongos y bacterias, presentes en múltiples ecosistemas de tipo marinos, costeros, terrestres e insulares. La riqueza de especies y endemismo se encuentran ampliamente distribuidos a lo largo del territorio nacional. En la zona centro y sur del país existe una concentración sustancial de especies endémicas, por lo que fue catalogada como uno de los 35 puntos calientes (hotspots) mundiales de biodiversidad (MMA, 2015).
En relación a los ecosistemas terrestres, las formaciones de bosques corresponden alrededor del 22% del territorio continental y son los que concentran una mayor riqueza en servicios ecosistémicos. Los bosques nativos se concentran en la zona sur, particularmente entre la Región de Los Lagos y la Región de Magallanes y de la Antártica Chilena, contando con la mayor superficie a nivel nacional, los bosques siempreverde y de lenga (MMA, 2015).
La biodiversidad y los servicios ecosistémicos que proporciona la naturaleza, contribuyen de manera importante a la estabilidad nacional, en cuanto a la generación de materias primas, estabilidad ante eventos climáticos y desarrollo económico del país, que se basa en la extracción y exportación de recursos naturales. En base a ello es que el bosque nativo posee un altísimo valor ecosistémico y económico, alcanzando una cifra de USD $16.000 millones/año, que incluye la valoración de los servicios de producción de agua y captura de carbono (MMA, 2015).
PEQUEÑAS ACCIONES QUE GENERAN CAMBIOS
En el pasado, extensas franjas de territorio fueron deforestadas, con el fin de poder habilitar terrenos para la agricultura y ganadería, lo cual permite hacer manejo eficiente en cuanto a sistemas de preparación de suelo, fertilización, cosecha y riego. Es por esto que la presencia de árboles es muy reducida o inexistente en algunos terrenos, tanto en la zona norte, centro y sur del país.
En base a lo anterior, existen diferentes prácticas que se pueden implementar en los sistemas agrícolas y ganaderos con el fin de diversificar la biodiversidad en nuestro territorio. Es importante entender que mientras mayor biodiversidad tenga un territorio, menos vulnerable es frente a desastres naturales y tendrá mayores servicios ecosistémicos, lo que se traduce directamente en beneficios económicos para el ser humano y beneficios para la biodiversidad que reside en el lugar, además de obtener beneficios directos para la actividad económica que se desarrolla en el sitio. A la larga con la implementación de pequeñas acciones, se generan beneficios tanto a escala local, como nacional y mundial.
Pero, ¿cómo aumentar la biodiversidad en nuestro territorio, sin que las actividades que se realizan de manera regular se vean interferidas?
Una alternativa conocida corresponde a la implementación de prácticas silvopastoriles, las cuales corresponden a una combinación de árboles, arbustos forrajeros y pastos con la producción ganadera en un terreno (IICA, 2016).
Existen diferentes tipos de prácticas entre las que se destacan:
- Implementación de árboles puntuales en potreros, entregando sombra y cobijo en días de frío para el ganado, además de la captura de carbono que realizan durante su crecimiento.
- Cortinas arbóreas, que permiten detener ráfagas de viento que contribuyen a la erosión del suelo y evaporación del agua, además de retener polvo en suspensión durante la temporada de verano que se levante en caminos de tierra.
- Árboles en zonas de gran pendiente o anegadas, los cuales permiten controlar la erosión del suelo por pendiente y además protegen el terreno ante crecidas de cuerpos de agua.
- Por otra parte, también una opción es implementar parches de bosque (bosquetes) a modo de corredores biológicos, los cuales atraen flora y fauna nativa, enriqueciendo la biodiversidad del territorio, por medio de la ceración de hábitat para nuevas especies (IICA, 2016).
Finalmente, siempre es recomendable la elección de especies nativas por sobre especies introducidas, ya que se encuentran adaptadas al territorio, haciendo uso eficiente de los recursos para su crecimiento, no compitiendo con otras especies y fortaleciendo la biodiversidad del lugar.
Referencias:
Fundación Centro de Bosques Nativos (FORECOS). 2019. Los Bosques Amenazados de Chile. Recuperado en:<https://forecos.cl/2019/01/los-bosquesamenazados- de-chile/ > Consultado el: 25 de agosto de 2021.
Fundación Desarrollo Social (FUDESO). 2018. Biodiversidad. Recuperado en: <https://www.fudeso. cl/2018/11/04/que-es-la-biodiversidad/> Consultado el: 26 de agosto de 2021.
Instituto Iberoamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA). 2016. Establecimiento y uso de sistemas silvopastoriles. 35p.
Langman, J. 2018. Chile´s Threatened Forests. Patagon Journal. Recuperado en: < https://www.academia. edu/38993469/Chiles_Threatened_Forests_-_Los_ bosques_amenazados_de_Chile> Consultado el 25 de agosto de 2021.
Ministerio de Medio Ambiente (MMA). 2015. Estrategia Nacional de Biodiversidad 2017- 2030. 102p.
Ministerio de Medio Ambiente (MMA). 2021. Servicio de Biodiversidad y Áreas Protegidas. Recuperado en: <https://mma.gob.cl/biodiversidad/servicio-debiodiversidad- y-areas-protegidas/ > Consultado el: 22 de agosto de 2021.
Organización de las Naciones Unidas Para la Alimentación y Agricultura (FAO). 2018. Se acaba el tiempo para los bosques: su superficie sigue reduciéndose. Recuperado en:<http://www.fao.org/americas/noticias/ver/ es/c/1144235/ > Consultado el: 26 de agosto de 2021.