Las praderas del sur de Chile constituyen la base de la alimentación del ganado lechero, destacando por su bajo costo y su capacidad de ofrecer forraje de buena calidad bajo condiciones edafoclimáticas favorables. Sin embargo, la composición nutricional del forraje varía significativamente a lo largo del año, influenciada por factores climáticos, manejo y estado fenológico de la pradera. Estas fluctuaciones afectan la digestibilidad, el consumo de materia seca y, en consecuencia, la eficiencia productiva del sistema lechero.
Por ello, resulta fundamental caracterizar las variaciones estacionales de la calidad del forraje para comprender su dinámica y optimizar las estrategias de alimentación. El uso de herramientas analíticas rápidas y confiables, como la espectroscopia de infrarrojo cercano (NIRS), permite evaluar con precisión parámetros nutricionales clave como proteína, fibra, azúcares y energía, facilitando una gestión más eficiente del pastoreo y la suplementación durante el año.
A partir de esto, se caracterizaron las praderas mediante el análisis de una serie de muestras representativas, con base en su porcentaje de materia seca, proteína cruda, fibra detergente neutro libre de materia orgánica, azúcar, energía metabolizable y digestibilidad a las 30 horas.
Materia Seca (%MS)
Con respecto la figura 1 se puede apreciar un alza del porcentaje de materia seca desde diciembre a marzo (verano). Las altas temperaturas y la baja disponibilidad de agua provocan una reducción en la tasa de crecimiento y un aumento en el contenido de materia seca, producto de la pérdida de agua en los tejidos vegetales y la madurez del forraje.
Con la llegada del otoño, entre abril y junio, las temperaturas más templadas y el inicio de las precipitaciones favorecen un rebrote activo después del estrés ocasionado por el verano. Esto genera tejidos más tiernos y con mayor contenido de agua, disminuyendo nuevamente la materia seca.
En invierno, entre julio y septiembre, las bajas temperaturas y elevada humedad del suelo limitan el crecimiento de las praderas, generando bajos porcentajes de materia seca.
Finalmente, durante la primavera, entre los meses de octubre y noviembre, las praderas muestran un crecimiento vigoroso impulsado por el aumento de las temperaturas y la buena disponibilidad de nutrientes y agua. En esta etapa predominan tejidos jóvenes con alto contenido de humedad, lo que se traduce en menores porcentajes de materia seca.

Proteína Cruda (%PC)
Con respecto al contenido de proteína cruda (figura 2), estos valores son normales y esperables. Esta variación anual depende principalmente de la fertilización nitrogenada y el estado fenológico que se encuentre la pradera.
Se logra apreciar una disminución del porcentaje de proteína cruda en verano con respecto a las demás estaciones, esto se debe a que en verano la planta entra en un estado de supervivencia debido al estrés por falta de agua. Para evitar la deshidratación, cierra sus estomas, lo cual impide la absorción de CO2 necesario para la fotosíntesis. Al disminuir la actividad fotosintética, la planta reduce la síntesis de nuevos compuestos como las proteínas.
En otoño e invierno, debido al bajo crecimiento que poseen durante estas estaciones, se genera una mayor concentración de los nutrientes en los tejidos. Por eso se logra apreciar un alza en el porcentaje de proteína cruda.
Durante la primavera, las condiciones de alta radiación y temperaturas favorables impulsan un rápido crecimiento de la pradera. Este alto crecimiento vegetativo (volumen) genera un efecto de dilución, ya que la planta prioriza la producción de biomasa estructural (hojas y tallos) sobre la síntesis de proteínas. Como resultado, el contenido de proteína cruda por unidad de masa tiende a disminuir levente en comparación con el otoño e invierno, aunque mantiene niveles óptimos para la alimentación animal.

Fibra Detergente Neutro (%aFDNmo) y Energía Metabolizable (EM).
La fibra detergente neutro sin materia orgánica o sin ceniza (aFDNmo) representa la fracción estructural de la pradera (celulosa, hemicelulosa y lignina) y la energía metabolizable (EM) representa la cantidad de energía que tiene un alimento la cual será utilizada por el animal.
Las praderas presentan un comportamiento coherente y correcto con respecto al contenido de aFDNmo y EM, representadas en las figuras 3 y 4, respectivamente. A mayor aFDNmo, hay menor digestibilidad y energía disponible.

En el sur de Chile las praderas en verano poseen un alto contenido de aFDNmo debido a que el forraje tiene más tallo y lignificación, por las altas temperaturas, generando baja digestibilidad y energía. Desde marzo (inicios de otoño) e invierno, las praderas crecen lentamente con tejidos tiernos y más hojas (incluyendo inicios de primavera) reduciendo el contenido de aFDNmo y aumentando los contenidos de energía. A finales de primavera (noviembre-diciembre) vuelve a aumentar la aFDNmo tras madurar nuevamente la pradera y aumentar la proporción de tallo sobre las hojas volviendo a bajar los niveles de energía.

Digestibilidad del FDN a las 30 Horas (%DFDN 30 h).
La figura 5 presenta la (%DFDN 30 horas), este parámetro indica qué tan digestible es la fibra del forraje después de 30 horas de fermentación ruminal. Esta medida está fuertemente influenciada por la composición y madurez de la pradera. A medida que hay más lignina la digestibilidad es baja. En verano es la época con menor digestibilidad debido a que en esta época los forrajes tienden a madurar más rápido por el estrés térmico y menor humedad lo que aumenta la lignificación. En otoño se ve un alza en la digestibilidad posiblemente causado por rebrotes activos de alta calidad, hojas tiernas y muy digestibles. En invierno las praderas poseen un limitado crecimiento debido a las bajas temperaturas y elevada humedad por lo que se trata de rebrotes jóvenes. En primavera hay una buena digestibilidad inicial y luego praderas maduras retornando a condiciones estivales.

Azúcares Solubles en Agua (%WSC)
Los azúcares solubles en agua (WSC) reflejan la capacidad de la planta para acumular carbohidratos simples (glucosa, sacarosa, etc.) en sus tejidos. En la figura 6, se refleja como a finales de primavera e inicios de verano los WSC aumentan debido a la alta radiación, altas temperaturas y falta de agua, lo cual genera una disminución en la actividad fotosintética, ralentizando la tasa de crecimiento generando la acumulación de azúcares. En otoño y principios de invierno, el crecimiento vegetativo es activo, y los azúcares se usan rápidamente para la formación de hojas lo que disminuye los niveles de WSC. A inicios de primavera las praderas están en un crecimiento activo con alta proporción de hojas jóvenes donde estas tienen alta capacidad de sintetizar azúcares y baja demanda interna debido a que están aún están en estado vegetativo.
A finales de primavera (diciembre) el contenido de WSC vuelve a disminuir debido a que vuelven a subir las temperaturas ralentizando la acumulación de azúcares en los tejidos.

Conclusiones
Los resultados obtenidos evidencian que las praderas del sur de Chile presentan una calidad nutricional dinámica a lo largo del año, con variaciones marcadas en fibra, energía, azúcares y digestibilidad asociadas al estado de crecimiento y a las condiciones ambientales.
Este comportamiento confirma la necesidad de un monitoreo continuo del valor nutricional del forraje, ya que incluso pequeñas variaciones entre ballica perennes, híbridas y bianuales, pueden impactar el consumo y la eficiencia productiva.
La aplicación de tecnologías rápidas como la espectroscopia NIRS se proyecta como una herramienta estratégica para anticipar cambios en la calidad y ajustar oportunamente la suplementación, contribuyendo así a sistemas lecheros más eficientes y sostenibles.











