La naturaleza, el entorno, el clima, sus recursos y especies, su hábitat, son un tema de preocupación científica, política, económica y de subsistencia, por sobre todo, un aspecto del hoy y mañana, sin duda técnico, considerando la gestión sólo como una herramienta a su servicio. Conocer el territorio, aprender de sus fortalezas y aprovecharlas en desmedro de sus debilidades, un avance para desarrollarse de manera sostenible. En este artículo haremos un zoom a los bosques nativos y formas de vida del reino Plantae como son los árboles, en especial a aquellos que son parte del entorno cercano, propios y únicos de nuestra tierra, que como tales, hay que proteger en favor de la recuperación y conservación de nuestros ecosistemas que, con su interacción mutua, permiten que permanezca la vida.
BIODIVERSIDAD, ECOSISTEMAS Y SERVICIOS
Las barreras físicas y climáticas que tiene Chile hacen del país un lugar único en términos de biodiversidad. Se destaca la gran concentración de especies endémicas (distribución única y limitada) en la zona centro y sur del país, catalogándose como uno de los 35 hotspots1 mundiales de biodiversidad (MMA, 2017).
Aproximadamente un 76% del total de la superficie continental se encuentra cubierta por especies nativas, donde los bosques nativos en nuestro país representan cerca del 22% de la cobertura de Chile continental, siendo las regiones con mayor abundancia las regiones de Los Lagos y Magallanes, concentrando gran riqueza de especies y servicios ecosistémicos asociados (MMA, 2017).
A pesar de las grandes extensiones de bosques nativos con las que se cuenta en la zona, históricamente estos ecosistemas se han visto deteriorados debido a múltiples factores, entre los que se destacan una agricultura intensiva, elaboración de leña, incendios forestales y plantaciones exóticas, por mencionar algunas de ellas (MMA, 2017).
(1) Los hotspot o “puntos calientes” de biodiversidad con prioridad de conservación se definen como regiones donde se concentra un mínimo de 1.500 especies de plantas vasculares endémicas -equivalente al 0,5 por ciento del total de plantas vasculares en el mundo-, una alta proporción de vertebrados endémicos, y en donde el hábitat original ha sido fuertemente impactado por las acciones del hombre (Myers et al. 2000, citado por CONAMA 2008).
El deterioro de los bosques se traduce en fragmentación y debilitamiento, reduciendo la capacidad de ellos para mantener su biodiversidad original, especies, procesos, asociaciones entre especies de flora y fauna, además de servicios y los procesos naturales propios de estos ecosistemas (MMA, 2017).
A continuación, y como ejemplo de deterioro, los incendios forestales. En la figura 2 se muestra la cantidad de incendios registrados en la Región de Los Ríos durante el periodo 2010- 2018; destacando luego el periodo 2019-2020 donde se registró un total de 121 incendios forestales los que afectaron una superficie de 586,4 há. Para el periodo reciente 2020-2021, esta cifra se supera en 144 eventos afectando 232,2 há en lo que va del año (CONAF, 2021).
Los ecosistemas de bosques nativos son sistemas biológicos construidos por comunidades de especies arbóreas, arbustivas, hierbas, musgos, helechos, hongos, enredaderas, rastreras y un sin número de representaciones de flora y fauna que interactúan de manera permanente, pudiendo incluso haber especies exóticas conviviendo y compartiendo nichos ecológicos o compitiendo por estos con especies nativas.
La clave para la subsistencia de estos valiosos ecosistemas es su biodiversidad, al ser diversos y contar con una multiplicidad de formas, estados de desarrollo, características y hábitos, haciendo de los bosques, sistemas resilientes a los cambios y adversidades. En otras palabras, ante una perturbación, daño, desastre natural o intervención antrópica, parte de un bosque puede verse afectado, pero debido a la multiplicidad de procesos y especies que conviven, este es capaz de regenerarse y sobrellevar eventualidades. No todas las especies son igual de tolerantes por lo que aquellas que sobreviven a perturbaciones, son claves para prestar cobijo a renovales y regeneraciones de otras especies para su recuperación.
Dentro de los servicios que aportan los bosques (Servicios Ecosistémicos), es posible encontrar diferentes categorías de entre los cuales es importante destacar los servicios de abastecimiento (alimentación, madera, fibras, energía, genes y hábitat), regulación (control del clima como vientos, altas temperaturas e inundaciones, control biológico de plagas, control de erosión del suelo, captura de carbono y purificación del agua) y culturales (espacios para recreación, sitios con valor religioso, belleza escénica, educación e identidad territorial). Cada rincón en ellos es único, existiendo la necesidad e importancia de entender todos los beneficios que entregan, haciendo uso responsable y consciente del mismo (Forecos, 2021).
ÁRBOLES Y BOSQUES NATIVOS
La Región de Los Ríos cuenta con una superficie de 908.530,7 há de bosques nativos y la Región de Los Lagos con una superficie de 2.827.436 há, significativamente mayor a la región de Los Ríos ya que la superficie de la región es mucho más extensa también (MINAGRI, 2018). Estos bosques son únicos de cada una de las regiones, en las cuales es posible encontrar diferentes tipos forestales, con comportamientos y asociaciones únicas. A pesar de que en ambas regiones y por similitud climática se comparten algunos tipos forestales, varían las superficies y cobertura que abarcan. A continuación en el cuadro 1, un resumen de los tipos forestales por región y sus respectivas superficies:
Como se aprecia en el cuadro anterior, los tipos forestales van de la mano con las especies que los componen, por ejemplo: el tipo forestal “Roble- Raulí –Coihue” cuenta con una predominancia de las especies antes mencionadas, lo que no quita que existan otras especies arbóreas dentro del tipo forestal. Bajo el dosel arbóreo, hay un sinfín de procesos y relaciones entre diferentes especies, las cuales se refugian bajo el bosque nativo.
CAPTURA DE CARBONO Y EQUILIBRIO
En línea con el Acuerdo de Paris, nuestra Contribución Nacionalmente Determinada (NDC) compromete al país frente a la comunidad internacional a reforestar 100.000 hectáreas con especies nativas y a manejar sustentablemente otras 100.000 hectáreas de bosques nativos al año 2030 para reducir los gases efecto invernadero (CONAF, 2019).
Los bosques son el principal instrumento de captura de carbono, el cual debe ser sometido a un manejo sostenible, para mantener su salud a lo largo del tiempo. Esto aumenta su capacidad de captura creando nuevos recursos forestales. Es importante destacar que especies que tengan rápido crecimiento, son las que capturan más carbono y liberan más oxígeno a la atmosfera. Por lo que especies de rápido crecimiento tardan menos años en llegar a su capacidad máxima de captura a diferencia de especies de lento crecimiento que pueden demorar hasta 400 años. La importancia de esto, es que las estructuras leñosas se mantengan en el tiempo para conservar el carbono capturado (CONAF, 2019).
Todo sistema sumidero de carbono se compone de dos elementos, uno corresponde al área total que abarcan los bosques y el otro a la densidad que este pueda tener por unidad de área. Es por esto que resulta clave aumentar el área de estos y a la vez su densidad de manera simultánea (FAO, 2021).
Además de los clásicos bosques que se conocen, se pueden sumar diferentes iniciativas y manejos de especies arbóreas para el secuestro de carbono. Es así como considerar árboles en sistemas agrícolas como sistemas agroforestales o silvopastoriles, donde a pesar de que la densidad de los mismos no sea la de un bosque, es bueno porque promueve el equilibrio en el desarrollo, con el sólo hecho de incorporar ejemplares en sitios donde no los había. Esto permitirá capturar carbono a nivel superficial en el lugar, a través de las estructuras aéreas como por capturas a nivel suelo, a través de las raíces. El contenido de carbono superficial de estos sistemas varía entre 10 y 70 ton/ha, y el flujo anual de carbono al sistema está entre 1-10 ton/ha/año (FAO, 2021).
Existen múltiples opciones para la conservación y secuestro de carbono a través de árboles.
La implementación de estas alternativas depende del contexto local donde se encuentre el sitio en cuestión. Las opciones de bajo costo a través de la reducción de la deforestación y la protección, la silvicultura y la sustitución de productos, son viables a corto plazo. A continuación, cuadro 2 resumen (FAO, 2021).
CICLO DEL CARBONO EN ÁRBOLES
En artículos anteriores se ha mostrado que medir la huella de carbono es importante para definir líneas base de emisiones contra las cuales generar iniciativas de captura y mitigación. Se puede lograr bajar huella de carbono reemplazando tecnologías por otras más eficientes en el uso de recursos como también reemplazando esos recursos por fuentes renovables. En ese camino, puede ocurrir que dicho cambio genere una baja muy considerable durante la operación, como la energía solar, pero que el problema se traslade al final de la vida útil de proyectos (residuos, hoy en vías de solución), como también pudiese ocurrir que la mejora sea menor y que las emisiones finalmente existiendo, sean de menor cantidad y con todo, igualmente seguir disponiendo carbono en la atmósfera. Pues bien, parece ser entonces que sumar estrategias de captura pueden llevar a lograr un equilibrio mayor y en menor plazo, lo que lleva al desarrollo, por ejemplo, de las CAC (Captura y Acumulación de Carbono, del tipo CO2) como estrategia para promover un balance en favor del equilibrio. Estas son técnicas que buscan capturar, transportar y almacenar el CO2 tratado, luego de las emisiones en fuentes fijas, por ejemplo, en vías de investigación y desarrollo, algunas con proyectos ejecutados y en curso, principalmente promovidos por el sector de la industria del petróleo.
Esta parece ser una vía más compleja que la que puede entregar la incorporación de árboles en los recintos y áreas de desarrollo, donde por el sólo hecho de plantar, cuidar y hacer crecer una especie, se pueda lograr un efecto positivo en línea con la captura y acumulación de carbono, pero también con las funciones y beneficio del entorno, como ser la protección natural del viento como las mejoras de coberturas vegetales por efecto de las estaciones (otoño) o proveedor de fuentes de carbono en épocas de podas.
Los bosques desempeñan una parte importante dentro del ciclo del carbono global, absorben el dióxido de carbono a través de la fotosíntesis (6CO2 + 6H2O C6H12O6 + 6O2), almacenando el carbono en sus fustes, ramas y raíces (estructuras leñosas). Todo aquel subproducto donde la madera permanezca intacta (sin ser degradada o combustionada), continuará almacenando este carbono en su estructura (RFA, 2021). No todos los átomos de carbono están en constante movimiento dentro del ciclo del carbono. Eventualmente, cuando un árbol muere o se queman los productos o combustibles, entonces se liberan los átomos de carbono y así, nuevamente estos se vuelven una parte activa del ciclo (RFA, 2021).
La figura 5 ilustra el ciclo del carbono y el rol de los bosques como árboles a nivel de individuos.
REFLEXIÓN
Con todo, árboles y bosques son sinónimos de vida, sinónimos de biodiversidad y
ambientes para el desarrollo de especies, que conforman una comunidad natural con características propias que ayudan a la atmósfera a mantenerse más limpia de gases
contaminantes, aportando disponibilidad de oxígeno para la vida, favoreciendo el equilibrio y el desarrollo de las especies en el tiempo, incluido el hombre. No precaver en su cuidado, correctos manejos de producción ni en la conservación de especies nativas (bosque nativo), es un acto de involución que abiertamente sólo perjudica e hipoteca nuestro futuro en la tierra.
Referencias:
Corporación Nacional Forestal (CONAF). 2019. Chile Forestal. Revista N°390. ISSN: 07161190. Cambio Climático: Los Bosques, clave en la captura de carbono. 64p. Recuperado en: https://www.conaf.cl/cms/ editorweb/chifo/CHIFO390.pdf Consultado el: 23 de junio de 2021.
Corporación Nacional Forestal (CONAF). 2021. Sistema de Información Territorial (SIT). Recuperado en: https:// sit.conaf.cl/ Consultado el: 23 de junio de 2021.
Corporación Nacional Forestal (CONAF). 2021. Situación diaria de incendios forestales. Recuperado en: https:// www.conaf.cl/situacion-nacional-de-incendios- forestales/ Consultado el: 23 de junio de 2021.
CONAMA, 2008. Biodiversidad de Chile, Patrimonio y Desafíos.
Fundación Forecos. 2021. Investigación para la protección, monitoreo y restauración de servicios ecosistémicos. Recuperado en: https://forecos.cl/ temas/servicios-ecosistemicos/ Consultado el: 23 de junio de 2021.
Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC). 2005. La Captación y el Almacenamiento de Dióxido de Carbono. Informe Especial del IPCC. OMM.
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Ministerio de Agricultura (MINAGRI). 2021. Estrategia Nacional de Cambio Climático y Recursos Vegetacionales (ENCCRF). Recuperado en:< https://www.enccrv.cl/ cambio-climatico-y-bosques> Consultado el: 24 de junio de 2021.
Ministerio del Medio Ambiente (MMA). 2017. Estrategia Nacional de Biodiversidad 2017-20130. Recuperado en: <https://mma.gob.cl/wp-content/uploads/2018/03/ Estrategia_Nac_Biodiv_2017_30.pdf Consultado el: 23 de junio de 2021.
Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO). 2021. Secuestro de Carbono en bosques, su papel en el ciclo global. Recuperado en: http://www.fao.org/3/y4435s/y4435s09.htm Consultado el: 24 de junio de 2021.
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